7.11.08

Kuala Lumpur


Me despedí de Hazril y toda su familia sin antes cenar como un animalito en la mansión. El bus a K.L. salía  a las once y media de la noche así que matamos el tiempo en su casa conversando y fumando cigarrillos.

El bus salió a horario. A las cinco y media de la mañana estaba prevista la llegada al centro de la ciudad. Pero me quedé dormido y con un: Arriba pibe! me levantaron en la terminal a unos sesenta kilómetros de la ciudad. Como tenía que esperar unas dos horas por un bus que me dejara en K.L. decidí tomar un taxi que costó más caro que el bus desde Alor Star.

El taxi me dejó en la puerta del hostal, me pegué una ducha y me fui a dormir. Me levanté a la una de la tarde, me cambié y salí a recorrer. No sabía que esperar de la ciudad, seguía medio dormido y el calor no invitaba a una gran caminata. El cielo parecía que se caía a pedazos, una fina cortina de agua nos arremetía a cada paso. A meterle huevo.



El landmark principal de la ciudad son las Twin Towers, también conocidas como las Petronas. Me tomé un bondi desde el hostal y en diez minutos ya estaba frente a las monumentales torres. Las torres son las más altas de Asia y el centro financiero por excelencia de K.L. Dentro, hay lugar para un anfiteatro preparado para recibir a las mejores orquestas del mundo, un shopping de cinco pisos con todas las tiendas exclusivas y una de las estaciones de transporte más vinculadas de la ciudad.



Alrededor de las torres una docena de rascacielos completan el downtown financiero. Almorcé sushi en el patio de comidas del shopping, compré un par de libros en la mejor librería que haya visitado en Asia y recorrí un poco la zona cercana a las torres. Los rascacielos contrastan enormemente con las casas humildes de madera que rodean la zona, mercados de todo tipo y mucho tránsito y movimiento de gente.



Después de las torres me subí al monorriel que recorre parte de la ciudad y me bajé en una zona comercial donde hice un poco de shopping, imposible resistirse. Hay un centro comercial de siete pisos dedicado pura y exclusivamente a la electrónica, todo último modelo y con precios tan competitivos como en Hong Kong. Ahí reemplace el iPod que me habían afanado unos días antes de partir de viaje en Dublín, compré uno mejor y a precio USA por el descuento que pude sacar. En todos lados costaba 999RM, me lo dejo en 899 y cuando le pregunte por qué lo vendía tan barato me respondió que sino no lo compraba. Inteligente muchacho. También compré un cubre para la notebook y el último Norton Antivirus sesenta euros mas barato que en Europa y USA. Souvenir y artesanías nada, ocupan mucho lugar en la mochila.



Di por concluido el día, ya había gastado el presupuesto de tres semanas en Asia, me puse al día con la Net, cené local y me fui a dormir.


Al día siguiente decidí hacer turismo básico y empecé por la zona del hostal, también conocida como el Barrio Chino que cuenta con un mercado general de la ostia, un interesante movimiento de gente de todas partes del mundo y una gran selección de música y películas pirata a muy bajo costo. También es la zona más barata para apoliyar, casi todos los hostels están por acá asi que no es raro ver a un montón de turistas cargando sus mochilas de un lado para el otro.



De ahí bajé caminando unos veinte minutos por una de las arterias principales parando primero para picar unos wantones en el Little India para después visitar el mercado central de Kuala Lumpur. Ahí me animé a poner los pies en una pileta llena de peces que están para morfarte la piel muerta a bocaditos así regenerándola. Al principio impresiona y de los tres o cuatro que estábamos ahí un 80% de los peces estaban en mis pies, pasando factura a los cuatro meses caminando que llevo por éstas latitudes.



De ahí encaré para la Merdeka Square, conocida como la Plaza de la Libertad y centro cultural de la ciudad. Pasé por unas mezquitas muy grosas y saqué muchas fotos por la Old Town de KL. Era Domingo asi que se podía caminar tranquilo pero hacía muchísimo calor. Di por finalizado el día tomando jugos por ahí, cené cerca del hostal y me fui a dormir tardísimo.



Último día en la city, día muy tranquilo. Me levanté a la una, me pegué una ducha y me quede wifieando en la cama. Me fui caminando hasta las Petronas Tower donde almorcé un kebab y después me fui al cine a ver Eagle Eye, la peli bastante mala pero era lo mejorcito que había en cartel. Cuando salí del cine ya era de noche y llovía a cantaros, me llevó una hora volver al hostal, cenamos con un grupo de mochileros y después vimos…Titanic en el hostal, a pedido de un pakistaní que nunca la había visto.




KL es una ciudad bastante cosmopolita donde las tres grandes etnias: malayos, chinos e indios conviven con total naturalidad y se ve reflejado en el estilo de vida tan variado que llevan. Los malayos son musulmanes pero no se rigen tanto en el Corán y están más abiertos a conectarse con el mundo Occidental. Los rascacielos de KL son el fiel reflejo a esa apertura. No toman alcohol pero no se lo prohíben a los demás. Los chinos forman el segundo grupo en número y se los conoce como los comerciantes de la ciudad. Pero los malayos han sabido mezclarse mejor con los indios, muchos de los elementos de la cocina malaya provienen de la India, también suelen relacionarse y casarse con ellos. 



En general la sensación que me dejó KL fue la de caminar por una ciudad moderna y limpia, sabedora del lugar que ocupa en la encrucijada de esos tres grandes grupos tan disímiles logrando coexistir con mucho respeto y amigablemente. Le falta el caos, la vibra, la fuerza que tienen otras ciudades como Hanoi y Bangkok. Es limpia, los residentes te respetan y cuenta con un servicio de transporte que ridiculiza a una ciudad históricamente más importante como la de Buenos Aires.

1 comment:

Anonymous said...

ahhh!!!!! que asco !! LOS PIES COMIDOS POR ESOS PESCADITOS !! QUE FEO!!! ME DIO IMPRESION!
BESO